viernes, 14 de noviembre de 2014

Historia de la pilota valenciana

La pilota se ha jugado desde tiempos inmemoriales por pueblos tan diversos como los mayas, los egipcios o los japoneses. Llegó a nuestras tierras por la tradición grecorromana.
En la antigua Grecia, se ven los testimonios de la práctica del deporte, una muestra de ello es que Alejandro el Grande se distinguió como un muy buen jugador de pelota. En Roma se practicaba universalmente, era recomendada por médicos como un ejercicio saludable para todas las edades y condiciones, y lo practicaban el pueblo, los senadores...

Expandido por los legionarios por tierras del Imperio se practicó en Francia, Bélgica, Italia y la Península Ibérica todo esto a lo largo de la edad media con modalidades que equivalen a nuestras Llargues y Escala i corda.
En la Corona de Aragón, el juego de la pelota fue muy popular, disfrutando de hasta protección real y siendo regularmente prohibido en diferentes poblaciones.
En la Comunidad Valenciana aparece con los caballeros de la conquista. Su práctica y popularidad se extendía desde el propio rey, la nobleza, la corte, el pueblo y los pequeños de cada calle. Esta omnipresencia provocó la aparición de un famoso bando el 14 de junio de 1391, cuando el Consell General de la Ciutat de Valencia prohibió el juego. Esta prohibición fue motivo de grandes altercados en la ciudad.
Los reyes y nobles castellanos, pendientes como siempre de las modas de la otra parte de los Pirineos, se aficionan también a jugar a pelota, durante el s.XV, XVI, XVII y XVIIII fue el juego más practicado tanto por nobles como por el pueblo, destacando Felipe I en la modalidad de pala.
Las limitaciones, multas y prohibiciones junto con la aparición de nuevos entretenimientos hacen que el juego de la pelota vaya disminuyendo poco a poco hasta desaparecer de Cataluña, Castilla, Aragón y las Islas Baleares a largo de los siglos XVIII y XIX.
La situación en la Comunidad Valenciana es muy diferente, las prohibiciones del juego en la calle no afectan al juego de trinquet, que mantiene su vigor a lo largo de los siglos. Es practicado por la más alta nobleza valenciana en el trinquet del Miracle, o trinquet de Cavallers, propiedad de los Montagut, o bien a sus trinquets particulares.

Aunque en 1741 se repitió por enésima vez la prohibición de jugar en las calles, que, claro, era el lugar popular por excelencia para la práctica de este deporte.

Del siglo XVIII a los años sesenta

Como ya hemos visto, la pelota fue el juego más practicado en Europa hasta el s.XVIII. Hay que decir, que la popularidad fue bajando y se dejó de practicar progresivamente.

 Hoy en día quedan aún testimonios de la pasada pujanza del juego en diversos países como Bélgica, Holanda, el norte de Italia, el norte Francia, donde aún se juega a llargues.


Es a mediados del s.XIX cuando los ingleses inventan el tenis a partir del juego de la pelota e incorporan la raqueta, un instrumento derivado de la pala o cesta que usaban los franceses para proteger las manos. De su origen prácticamente sólo nos queda el sistema de puntuación.
A mediados del s.XIX los vascos dejan de jugar cara a cara para hacer rebotar la pelota contra un frontón, abandonan las tradiciones y homologables rebote y juego para práctica cesta y pala, con lo cual, la Comunidad Valenciana, se queda como único pueblo de todo el continente donde perdura la genuina tradición del deporte de la pelota, que pasa a ser conocida como pilota valenciana. Es este el momento de máxima esplendor de nuestro deporte, que enorgullece a los practicantes y a la afición, que se sienten depositarios de una tradición milenaria, las llargues y el raspall.
El orgullo de los valencianos está hecho, pero de materia muy rompible. Los primeros en abandonar el barco fueron los nobles, que ya se manifiestan debido a la guerra de Sucesión una fuerte tendencia a castellanizarse, que desertan como jugadores y también como espectadores. Esto nos ofrece un fuerte contraste con el País Vasco, donde practica y continúan con interés las incidencias de los frontones (pelota vasca).
Se construyen nuevos trinquets en Valencia: Santa Teresa en 1843, el nuevo del Real en 1853, el de Pelayo en 1868 y el de Juan de Mena en 1877.
Una de las partidas jugadas más memorable fue la jugada en Ondara el 26 de noviembre de 1880 entre jugadores de la Marina y la Safor, en la que se apostaron sesenta mil reales. Además, tenemos todo el siglo lleno de partidas en las calles y trinquets, por el puro placer de jugar, incluso en la comarca de Els Serrans y La Foia de Bunyol.

La innovación de poner cuerda en el trinquet, atribuida al mítico Nel de Murla, es también fruto de la modernidad del cambio de siglo. Esta modernidad comporta algunos elementos perjudiciales para nuestro deporte, ya que muchos trinquets son derruidos para construir viviendas o cines.






Y a partir de aquí, tendremos ya la notada bajada en la cual nos encontramos, de tal manera que la especulación y el franquismo propician la progresiva marginación del juego. La deserción de la burguesía, la expulsión de las calles por la presencia cada vez mayor de coches, las construcciones de medidas y materiales poco adecuados (edificios inmensos con ventanales de cristal), hacen que en los años sesenta desaparecieran las partidas en muchas calles de ciudades o pueblos grandes y que se refugien en los pueblos más pequeños, donde el tráfico y la intolerancia no son tan exigentes. Hasta llegar a la eclosión del fútbol, que eclipsa casi por completo el juego de la pelota.
Para finalizar, haremos un repaso a lo más representativo de la trayectoria de la pilota en los últimos años, desde el S XX.
Los inicios del siglo son pletóricos, mucha afición, partidas por todos los lados, la ya comentada innovación de la cuerda para complementar el escalón de los trinquets, etc. La guerra civil destrozó muchas de las actividades que se hacían y entre ellas también, la pelota.
La gran figura de los años treinta y uno de los jugadores más sólidos de los años cuarenta fue Quart, Albert Arnau de Quart de Poblet. Es después de la guerra cuando aparece un referente con una larga proyección en nuestro deporte: Juli Palau, Juliet, de Alginet, fue todo un genio, que dominó el juego durante toda la década de los cuarenta y buena parte de los cincuenta, enfrentándose con las figuras Quart, Lliria y Rovellet, hasta que se retiró en el año 68.

Paco Cabanes, Genovés, es uno de los más importantes pilotarios de la historia de la Pilota Valenciana. Los últimos años de la carrera profesional de Genovés hay que asociarlos a dos genios emergentes: Fredi y Sarasol, que disfrutaron del placer de enfrentarse al maestro.




Todo el tiempo pasado de los años treinta hasta ahora ha cambiado mucho las circunstancias del juego, las normas y las variantes del juego se mantienen exactamente igual, pero han aparecido calles artificiales para jugar a pelota sin problemas, ya que son muchos los pueblos que han creado escuelas de pelota.
La Federació de Pilota Valenciana se desliga de la estatal, en el año 85, organizando a partir de este momento competiciones, regulando y homologando normas y medidas. Poco a poco, el deporte va renaciendo, ganando incluso la atención de la televisión, instituciones públicas y privadas que financian competiciones de alto nivel, tanto para profesionales como para aficionados.
 Tenemos que mirar también hacia los pueblos y agradecerles tantos años que han estado preservando la tradición y que hoy continúan proveyendo de profesionales y torneos. 
La gran esperanza está ahora en las escuelas, donde está previsto hacer de la Pilota Valenciana asignatura obligada de forma que todo el mundo conozca este deporte como parte fundamental de la cultura valenciana.

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