La
pilota se ha jugado desde tiempos inmemoriales por pueblos tan diversos como
los mayas, los egipcios o los japoneses. Llegó a nuestras tierras por la tradición
grecorromana.
En
la antigua Grecia, se ven los testimonios de la práctica del deporte, una
muestra de ello es que Alejandro el Grande se distinguió como un muy buen
jugador de pelota. En Roma se practicaba universalmente, era recomendada por
médicos como un ejercicio saludable para todas las edades y condiciones, y lo
practicaban el pueblo, los senadores...
Expandido
por los legionarios por tierras del Imperio se practicó en Francia, Bélgica,
Italia y la Península Ibérica todo esto a lo largo de la edad media con modalidades
que equivalen a nuestras Llargues y Escala i corda.
En
la Corona de Aragón, el juego de la pelota fue muy popular, disfrutando de
hasta protección real y siendo regularmente prohibido en diferentes poblaciones.
En
la Comunidad Valenciana aparece con los caballeros de la conquista. Su práctica
y popularidad se extendía desde el propio rey, la nobleza, la corte, el pueblo
y los pequeños de cada calle. Esta omnipresencia provocó la aparición de un
famoso bando el 14 de junio de 1391, cuando el Consell General de la Ciutat de Valencia
prohibió el juego. Esta prohibición fue motivo de grandes altercados en la
ciudad.
Los
reyes y nobles castellanos, pendientes como siempre de las modas de la otra
parte de los Pirineos, se aficionan también a jugar a pelota, durante el s.XV,
XVI, XVII y XVIIII fue el juego más practicado tanto por nobles como por el
pueblo, destacando Felipe I en la modalidad de pala.
Las
limitaciones, multas y prohibiciones junto con la aparición de nuevos
entretenimientos hacen que el juego de la pelota vaya disminuyendo poco a poco
hasta desaparecer de Cataluña, Castilla, Aragón y las Islas Baleares a largo de
los siglos XVIII y XIX.
La
situación en la Comunidad Valenciana es muy diferente, las prohibiciones del
juego en la calle no afectan al juego de trinquet, que mantiene su vigor a lo
largo de los siglos. Es practicado por la más alta nobleza valenciana en el
trinquet del Miracle, o trinquet de Cavallers, propiedad de los Montagut, o
bien a sus trinquets particulares.
Aunque
en 1741 se repitió por enésima vez la prohibición de jugar en las calles, que,
claro, era el lugar popular por excelencia para la práctica de este deporte.
Del siglo XVIII
a los años sesenta
Como
ya hemos visto, la pelota fue el juego más practicado en Europa hasta el
s.XVIII. Hay que decir, que la popularidad fue bajando y se dejó de practicar
progresivamente.
Hoy en día quedan aún testimonios de la pasada pujanza del
juego en diversos países como Bélgica, Holanda, el norte de Italia, el norte
Francia, donde aún se juega a llargues.
Es
a mediados del s.XIX cuando los ingleses inventan el tenis a partir del juego
de la pelota e incorporan la raqueta, un instrumento derivado de la pala o
cesta que usaban los franceses para proteger las manos. De su origen
prácticamente sólo nos queda el sistema de puntuación.
A
mediados del s.XIX los vascos dejan de jugar cara a cara para hacer rebotar la
pelota contra un frontón, abandonan las tradiciones y homologables rebote y
juego para práctica cesta y pala, con lo cual, la Comunidad Valenciana, se
queda como único pueblo de todo el continente donde perdura la genuina
tradición del deporte de la pelota, que pasa a ser conocida como pilota
valenciana. Es este el momento de máxima esplendor de nuestro deporte, que
enorgullece a los practicantes y a la afición, que se sienten depositarios de
una tradición milenaria, las llargues y el raspall.
El
orgullo de los valencianos está hecho, pero de materia muy rompible. Los
primeros en abandonar el barco fueron los nobles, que ya se manifiestan debido
a la guerra de Sucesión una fuerte tendencia a castellanizarse, que desertan
como jugadores y también como espectadores. Esto nos ofrece un fuerte contraste
con el País Vasco, donde practica y continúan con interés las incidencias de
los frontones (pelota vasca).
Se
construyen nuevos trinquets en Valencia: Santa Teresa en 1843, el nuevo del
Real en 1853, el de Pelayo en 1868 y el de Juan de Mena en 1877.
Una
de las partidas jugadas más memorable fue la jugada en Ondara el 26 de
noviembre de 1880 entre jugadores de la Marina y la Safor, en la que se
apostaron sesenta mil reales. Además, tenemos todo el siglo lleno de partidas
en las calles y trinquets, por el puro placer de jugar, incluso en la comarca
de Els Serrans y La Foia de Bunyol.
La
innovación de poner cuerda en el trinquet, atribuida al mítico Nel de Murla, es
también fruto de la modernidad del cambio de siglo. Esta modernidad comporta
algunos elementos perjudiciales para nuestro deporte, ya que muchos trinquets
son derruidos para construir viviendas o cines.
Y
a partir de aquí, tendremos ya la notada bajada en la cual nos encontramos, de
tal manera que la especulación y el franquismo propician la progresiva
marginación del juego. La deserción de la burguesía, la expulsión de las calles
por la presencia cada vez mayor de coches, las construcciones de medidas y
materiales poco adecuados (edificios inmensos con ventanales de cristal), hacen
que en los años sesenta desaparecieran las partidas en muchas calles de
ciudades o pueblos grandes y que se refugien en los pueblos más pequeños, donde
el tráfico y la intolerancia no son tan exigentes. Hasta llegar a la eclosión
del fútbol, que eclipsa casi por completo el juego de la pelota.
Para
finalizar, haremos un repaso a lo más representativo de la trayectoria de la pilota
en los últimos años, desde el S XX.
Los
inicios del siglo son pletóricos, mucha afición, partidas por todos los lados,
la ya comentada innovación de la cuerda para complementar el escalón de los
trinquets, etc. La guerra civil destrozó muchas de las actividades que se
hacían y entre ellas también, la pelota.
La
gran figura de los años treinta y uno de los jugadores más sólidos de los años
cuarenta fue Quart, Albert Arnau de Quart de Poblet. Es después de la guerra
cuando aparece un referente con una larga proyección en nuestro deporte: Juli
Palau, Juliet, de Alginet, fue todo un genio, que dominó el juego durante toda
la década de los cuarenta y buena parte de los cincuenta, enfrentándose con las
figuras Quart, Lliria y Rovellet, hasta que se retiró en el año 68.
Paco
Cabanes, Genovés, es uno de los más importantes pilotarios de la historia de la
Pilota Valenciana. Los últimos años de la carrera profesional de Genovés hay
que asociarlos a dos genios emergentes: Fredi y Sarasol, que disfrutaron del placer
de enfrentarse al maestro.
Todo
el tiempo pasado de los años treinta hasta ahora ha cambiado mucho las
circunstancias del juego, las normas y las variantes del juego se mantienen
exactamente igual, pero han aparecido calles artificiales para jugar a pelota
sin problemas, ya que son muchos los pueblos que han creado escuelas de pelota.
La
Federació de Pilota Valenciana se desliga de la estatal, en el año 85,
organizando a partir de este momento competiciones, regulando y homologando
normas y medidas. Poco a poco, el deporte va renaciendo, ganando incluso la
atención de la televisión, instituciones públicas y privadas que financian
competiciones de alto nivel, tanto para profesionales como para aficionados.
Tenemos que mirar también hacia los pueblos y
agradecerles tantos años que han estado preservando la tradición y que hoy
continúan proveyendo de profesionales y torneos.
La gran esperanza está ahora
en las escuelas, donde está previsto hacer de la Pilota Valenciana asignatura
obligada de forma que todo el mundo conozca este deporte como parte fundamental
de la cultura valenciana.
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